Praxis

Workshop 40 años después que tuvo lugar el 29 de junio  de 2013 en la Sala de Arte de Los Lavaderos.

40 años después

La primera exposición de Escultura en la Calle parecía poner de manifiesto la existencia de una cierta inquietud cultural en la ciudad. Bajo el liderazgo de un grupo de intelectuales que aduras pena habían mantenido su actividad tras la Guerra Civil, parecía así manifestarse públicamente todo aquello que había tenido lugar de forma latente y en un autoexilio forzado.

Los análisis del encuentro han girado en torno a las esculturas en si y la excepcionalidad de que las mismas se emplacen en lugar como este. Rara vez, analizan lo que supuso en una España gris y aletargada la irrupción de un espacio de democracia en el que, la escultura suponía una conquista del espacio público capaz de albergar ideas contradictorias y menos aún que –paradojicamente- esa conquista en muchos sentidos suponía la muerte de la escultura pública.

Tras la instauración de la democracia El arte y la cultura en el ámbito de las administraciones públicas circunscritas al campo de lo meramente ornamental, lo lúdico y por supuesto lo turístico. Analizando las expectativas reales y aquellas no confesables que parecen subyacer en la I y II exposición se partía de los factores que confluyeron e hicieron posible la exposición, en 40 AÑOS DESPUÉS y se planteaba un análisis comparativo entre la situación actual y la de entonces.

La I EXPOSICIÓN INTERNACIONAL DE ESCULTURA EN LA CALLE no fue la única cita de este tipo en España. El Encuentro de Pamplona en el 72 propiciado por la familia Huarte, fue otro ejemplo de efervescencia transitoria. Ambos surgen con la intención de tener carácter periódico, pero, en ambos casos resulta imposible la pervivencia más allá de la documentación o en el caso de Tenerife de las esculturas. Analizar el porqué de la imposibilidad de mantener en el tiempo estas iniciativas en España es una de las metas, tanto de la exposición, como del Workshop.
En un periodo de crisis, como fue el año 73, en el que el sistema económico y político del régimen del General Franco daba ya síntomas de un agotamiento crónico y al que se le superponía una crisis internacional del petróleo y una escalada aparentemente sin fin de la tensión entre las dos superpotencias hegemónicas, se supo encontrar los resquicios para llevar adelante una iniciativa con una enorme complejidad logística. Se entendía que la regeneración social se debía llevar a cabo desde la cultura y el arte como catalizador de cambio y así lo entendieron todas las instituciones públicas y privadas.